en espiral bajamos contemplando el rostro inexpresivo de tu amigo. el trayecto es lento; se disfruta el recorrido. nikky, el amigo, parpadea con inocencia que conmueve. su rostro enmarca la hesitación como nadie mientras hojas muertas por el otoño caen sobre él. hay un hilo de sangre seca que detuvo su cauce al encontrar cabello y aún yace tranquilo, respirando intriga, tragando miedo en la saliva.
no recuerda el golpe, pero se duele de casi todo el cuerpo...
no recuerda el golpe, pero se duele de casi todo el cuerpo...
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