lunes, diciembre 16, 2002

estoy sentadito en la estación, haciendo top20...

crucé a patín el puente internacional. pagué mis 50centavitos (uyy qué carito) y me aventé la caminadita. de noche está tranquilo, pero no hay culitos qué hagan ameno el camino. mierda. el chiste es que estacioné mi auto cerca de la iglesia de san agustín en laredo, texas y crucé. pasé el barrio bajo del centro, que de noche se ve y huele muy ojete. a esta hora los negocios empiezan a abrir sus puertas y las putitas, sus piernas.

me acordé que hace años, iba en mi camioneta y subí a una zorra. veinte dólares la mamada, me dijo y dije: va. busqué un lugar oscuro para estacionarme y desabrocharme el pantalón. la puta traía chicle y le dije: "¿cuál es el plan? ¿confundir mi cabeza con una bomba y reventarla con los dientes?" sonrió y preferí que no lo hiciera. cada vez me gustaba menos la culera, pero me daba pena decirle que se bajara, además, no ceo que me fuera a regresar el dinero.

colocó el chicle en mi cenicero y hasta eso me dio asco. sabía que no lo iba a disfrutar, pero ni pedo. procedí a darle oportunidad de que me demostrara lo contrario. es una puta, pensé, debe saberse los resultados de toda la ecuación. tiene que voltearme los ojos con un par de lengüetazos. es obligación de todo mago aprenderse los trucos.

se la metió a la boca y comenzó a darle juego y jugo al pedazo de carne. y chupó, apretó, jaloneó. traté de relajarme, pero la neta, estaba pendiente de cuanto auto pasaba cerca. no podía concentrarme pensando en que una patrulla podría llegar en cualquier momento. como si eso no fuera suficiente, empezó a oler horrible. esta chica había bebido un chingo antes y entonces entendí la razón del chicle. pensé en pedirle la marca, para jamás comprar uno, porque no sirvió para una chingada. apestaba. jedía. y continuamente la escuchaba tratar de controlar su saliva. comencé a asquearme y a pensar en cómo haría para detener esto. la puta seguía y seguía, como si nada. hasta que le dije que se detuviera. le dije: "ya deja ahí", pensé en decir ya luego lo termino yo, pero no había razón. le dije "guárdate el dinero" y me dijo "oh, lo haré, pero cuando quieras otro, te hago un descuentito".

en tu puta vida, pensé divertido por lo literal de la idea y la bajé. le iba a decir que una lavada de hocico nunca ha matado a nadie, pero la neta, si una puta no se preocupa de eso, no sé de qué lo haga. la miré por última vez y descubrí el parecido que tenía con una chica que trabajaba en la oficina donde yo jalaba.

al día siguiente, el chicle todavía estaba en mi cenicero y me dio asco sacarlo. cuando vi a la chica de la oficina, me dio pena mirarla a la cara, pero sentí una cosquilla en la entrepierna.