vi american psycho 2. el fin del mundo se acerca de nuevo.
ayer tuve un sueño extraño. soñe con una tipa que hace tiempo tuvo sexo conmigo (y vean que no fue al revés), lo raro es que sentía que algo tenía que ver con terminator y todo el sueño estuvo de fondo esa rolita con la que reconocemos esa película.
tu-ru-run... tu-tu-tu....
tu-ru-run-tu-tu-tú-tun
hace tiempo fui a un videoclub con un amigo. él quería rentar una porno, porque en aquel tiempo, quería producir una. obvio, quería que yo le ayudara a escribir el guión. ja. sí, ríanse ustedes también. el chiste es que este tipito estaba obsesionado con grabar su porno (claro a escondidas de su mujer, porque si rosario se enteraba, ay, híjole ya puse el nombre de su esposa, bueno al fin que ya ni siquiera le habló al imbécil de adán, que se chingue) y para darme una idea de lo que quería, pues fue a buscar material. ya lo conocían en el video y el tipo nos hablaba como si fueramos parientes, cosa que me molestó un poquitico.
—¡me debes diez pesos!
fue el recibimiento que le dieron a este güey, y casi me sentí ofendido porque me vieron con él. digo, ya para que un simple dependiente en un videoclub pirata te pierda el respeto, ya estás cabrón. ahí, por primera vez tuve la oportunidad de hojear un catálogo porno, siempre hay curiosidad, pero siempre te gana la vergüenza. ahí, me tomé mi tiempo para ver que encontraba. las únicas dos que me llamaron la atención estaban rentadas. adán escogió una de cuatro horas —de las cuales estoy seguro solo iba a ver una, cuando mucho— y estabamos listos para irnos. no había nada de john leslie disponible, algún enfermo, degenerado y depravado le hizo el gane al videoclub y se robó la película. eso pareció dolerle mucho al dependiente que después de un rato me comenzó a caer bien. creo que vi en el más que simpatía, un futuro consumidor. no había duda, ese hombre amaba el porno. casi podía jurar que salivaba en exceso al estar hablando de la pornografía. la boca se le llenaba de orgullo al mencionar nombres, marcas, viejas, productores, etcétera.
prometió rentarnos algunas de su colección personal, unas que había comprado para el videoclub, pero que desgraciadamente los socios habían rechazado. yo pensé, acá, que eran películas realmente desagradables a la vista, al tacto, al oído y al buen gusto, de esas que involucran animales de cualquier especie o incluso niños —debo aclarar que no tengo nada en contra del porno, pero no puedo tolerar que metan niños o animales. pero el problema no resultó ser ni lo uno, ni lo otro.
—¿y por qué dejaste de rentarlas? —pregunté.
la respuesta: pues porqué la pinche nacada viene a decirme que están en inglés y que no tienen letritas. ¡no mames! ¿quién necesita saber lo que están diciendo?
ah, que mal pedo,
acabo de descubrir que cuando no puedo dormir, me da por quemar gente online.
ayer tuve un sueño extraño. soñe con una tipa que hace tiempo tuvo sexo conmigo (y vean que no fue al revés), lo raro es que sentía que algo tenía que ver con terminator y todo el sueño estuvo de fondo esa rolita con la que reconocemos esa película.
tu-ru-run... tu-tu-tu....
tu-ru-run-tu-tu-tú-tun
hace tiempo fui a un videoclub con un amigo. él quería rentar una porno, porque en aquel tiempo, quería producir una. obvio, quería que yo le ayudara a escribir el guión. ja. sí, ríanse ustedes también. el chiste es que este tipito estaba obsesionado con grabar su porno (claro a escondidas de su mujer, porque si rosario se enteraba, ay, híjole ya puse el nombre de su esposa, bueno al fin que ya ni siquiera le habló al imbécil de adán, que se chingue) y para darme una idea de lo que quería, pues fue a buscar material. ya lo conocían en el video y el tipo nos hablaba como si fueramos parientes, cosa que me molestó un poquitico.
—¡me debes diez pesos!
fue el recibimiento que le dieron a este güey, y casi me sentí ofendido porque me vieron con él. digo, ya para que un simple dependiente en un videoclub pirata te pierda el respeto, ya estás cabrón. ahí, por primera vez tuve la oportunidad de hojear un catálogo porno, siempre hay curiosidad, pero siempre te gana la vergüenza. ahí, me tomé mi tiempo para ver que encontraba. las únicas dos que me llamaron la atención estaban rentadas. adán escogió una de cuatro horas —de las cuales estoy seguro solo iba a ver una, cuando mucho— y estabamos listos para irnos. no había nada de john leslie disponible, algún enfermo, degenerado y depravado le hizo el gane al videoclub y se robó la película. eso pareció dolerle mucho al dependiente que después de un rato me comenzó a caer bien. creo que vi en el más que simpatía, un futuro consumidor. no había duda, ese hombre amaba el porno. casi podía jurar que salivaba en exceso al estar hablando de la pornografía. la boca se le llenaba de orgullo al mencionar nombres, marcas, viejas, productores, etcétera.
prometió rentarnos algunas de su colección personal, unas que había comprado para el videoclub, pero que desgraciadamente los socios habían rechazado. yo pensé, acá, que eran películas realmente desagradables a la vista, al tacto, al oído y al buen gusto, de esas que involucran animales de cualquier especie o incluso niños —debo aclarar que no tengo nada en contra del porno, pero no puedo tolerar que metan niños o animales. pero el problema no resultó ser ni lo uno, ni lo otro.
—¿y por qué dejaste de rentarlas? —pregunté.
la respuesta: pues porqué la pinche nacada viene a decirme que están en inglés y que no tienen letritas. ¡no mames! ¿quién necesita saber lo que están diciendo?
ah, que mal pedo,
acabo de descubrir que cuando no puedo dormir, me da por quemar gente online.
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