martes, diciembre 03, 2002

manejaba con rumbo a neolaredo. llevaba un poco de prisa, porque acostumbro —y esto sucede también al coger— salirme a la mera hora.

iba por el expressway, pasé por el lugar donde semanas atrás estuve a punto de morir, y mire el sitio retador, ja, yo gané ese día.

al llegar al semáforo donde termina el expressway, intentaba hacer una llamada cuando volteo y veo a una güera muy guapa. iba en su auto blanco junto al mío. sostuvimos miradas y regresé a lo de la llamada, sin embargo, la mujer me intrigó.

nunca logré hacer la llamada y avancé con el semáforo y continué mi huida a méxico (neolaredo, en este caso). al siguiente semáforo, la rubia volvió a quedar junto a mi. sonrió. hice lo mismo, no me cuesta nada. seguí mi camino, y ella el suyo. pagué los dos dólares para cruzar al lado mexicano y pasé la aduana, me tocó verde.

más adelante, por la leandro valle me la volví a encontrar, yo seguía tratando de hablar por mi celular, y nos tocó detenernos en otro alto. la miré y volví a sonreír, me sentí con suerte. ella me miró fijamente. bajé el vidrio y ella hizo lo mismo. le dije: "eres la mona más guapa que he visto en el día". sus ojos brillaron. le aventé mi tarjeta y mientras subía el vidrio, le dije: "se que estás casada", observador que es uno, se veía medio frustrada y además portaba una argolla en el índice, "pero eso a mi no me importa, si tampoco te importa a ti". ella sonrío.

30 minutos después, estabamos tomando un café. debo admitir que no acostumbro a hacer este tipo de cosas, pero, a veces la soledad es cabrona. me habló de su matrimonio, y no le puse atención. la verdad había otras cosas en mi mente. una parejita discutía a dos mesas de nosotros. un mesero tartamudo nos atendía y terminó por contagiarme y pedí una "mo-mo-mo-moka". la rubia tenía buena pierna, y usaba falda larga abierta. blanca como la leche. casi muerta, como me gustan. sus pezones sobresaltaban de esa blusa blanca y pegada. estabamos cerca del baño y odio eso, pero el lugar estaba lleno. escuchaba que alguien jalaba la perilla cada dos minutos. era el baño de las mujeres, eso al menos me divirtió. siempre es bueno ver como las mujeres (todas, hasta las más bonitas) entran con la frente en alto, moviéndose con garbo envidiable, meneando las caderas, sintiendose en una película y que la escena va en slow-motion. luego de entrar a mear o cagar y jalar la cadena y esperar a que todo se vaya por el drenado, supongo que por ahi mismo se va algo de ellas, algo de su esencia, de su gracia, pues salen con la cabeza anclada al suelo. se mueven menos, quieren pasar desapercibidas. es como cuando superman entraba a la fortaleza y perdía su fuerza. como el mundo ya se dio cuenta de que también van al baño, sus poderes de femme fatale se han nulificado.

pero la rubia seguía ahí. conmigo. sentía como quería tocarme la cara. agarrarme el pelo. veía en sus ojos las ansias y lo comprobaba al verla cambiar de posición a cada momento, sin dejar de mirarme a los ojos. podía oler la humedad entre sus piernas. imaginando sus bragas pegadas a ella, mojadas. cada nuevo comentario lo hacía más cerca de mi. yo tengo como 2 semanas sin rasurarme, por lo que aprovechaba para rascarme cada dos o tres comentarios. bebía mi moka; ella té de durazno. ella trabaja en laredo, texas pero vive en neolaredo. me dijo que le caí bien, y yo le respondí: "aún no has visto nada". ella sonrío. me dijo que era un mamón, que le gustaba mi arrogancia, y otras pendejadas que ya se me olvidaron. no sé porque al conocer a alguien en vez de buscar agradar, siempre busco lo contrario. caer mal. molestar. fastidiar.

el me-me-mesero volvió a preguntarnos si que-que-queríamos algo ma-ma-más. no, respondimos. la parejita seguía discutiendo y ella se paró y se fue. él se quedó haciéndose el fuerte. quería que los presentes pensáramos que él era el bueno. la vieja es la pendeja. su pose decía: "me vale madre que se haya ido esta puta. es más, que le den por el culo, ja". pero eso le duró poco. en cuanto vio que la chica no detenía su paso y salió del café, se puso de pie inmediatamente, aventó 70 pesos en billetes y salió a alcanzarla. ¿alguna vez habré hecho eso?

la rubia, de la cual no me sé ni el nombre, me pidió que la llevara a otro lugar y yo pedí la cuenta.

salí y le dije tienes mi teléfono, "ahora tengo que ir a mi programa de radio". la rubia se mostraba sorprendida. "¿cómo? ¿ya te vas?"...

al llegar a la estación, me senté a pensar lo que había hecho. pude habermela llevado. pude haberme ido a refundir al "faro", y cogérmela hasta que reventáramos. pude, pero no quise. si mi problema siempre ha sido pensar con la cabeza equivocada, iba a tener que cambiar eso. aparte, esa rubia está casada y yo no tengo la culpa de que ocupe su vida en un imbécil que no se la sabe coger. me vio y pensó que yo la podía ayudar con su problema. pudo haber sido cualquiera. y yo no me voy a la cama con cualquiera, ja.

ahora que si me habla al celular...