viernes, diciembre 06, 2002

la palabra que mejor define a roxanna: sexo. desde que la conocí, años atrás, siempre se caracterizó por tener una presencia sexual imponente. hablaba sexo, pensaba sexo, sudaba sexo, olía a sexo. me atraía enormemente, pero siempre la miré como lo que era, la manzana del árbol prohibido. constantemente en problemas, era una mujer que preferí ignorar antes de perderme con ella. por desgracia —o por pendejo, según el día que me pregunten—, la cabecita siempre ha influido sobre la cabezota y esa noche no podía ser la excepción.

recuerdo el agua de la regadera deslizándose por nuestros cuerpos. recuerdo el beso interminable. recuerdo tomé su rostro entre mis manos y sentí que tenía enfrente algo especial. tan blanca. tan bella. esa boca me estaba calentando demasiado. quería seguir besándola, que me la chupara, cogerla. le oprimí un pezón mientras mordisqueaba su labio inferior. la puse contra la pared y levantando sus muslos, se la metí despacio. ella jadeó sujetándome la nuca. adentro estaba húmedo, caliente y muy rico. ¿cuántas veces no llegué a soñar ese momento? nunca lo creí posible, pero ahora se realizaba.

recuerdo que era la 1:30 y ya en la cama, la volteé para besarle la espalda y bajar hasta sus nalgas. la humedad de su cuerpo me excitaba tanto y ella no dejaba de jadear, se arqueaba. sin darme tiempo a reaccionar, giró sobre su cuerpo y con sus piernas abrazó mi cuello para que la probara. ahí me quedé un buen tiempo. ella ocasionalmente volteaba a mirarme, sus manos estaban aferradas a la colcha. roxanna temblaba.

luego me dio una de las mejores mamadas de toda mi vida. volví a besarla esta vez con más fuerza y cogimos. ella tenía los ojos cerrados. poco a poco fue entregándose más y más. agarró mis nalgas y comenzó a dirigir mis embestidas. la tomé por la cintura y le besé el cuello. ella gemía, más bella que nunca. su esplendor fulguraba en toda la habitación y su aroma me emborrachaba.

mordió mi oreja cuando se vino, apretando sus piernas en torno a mis caderas. la última vez que vi el reloj, anunciaba las 3:37.