...la puerta al final de un cuarto blanco donde un tipo es condenado a escuchar orgías sin poder participar...
i. escuchando los jadeos carnales a través de esa puerta cerrada, ansió con gustosa impaciencia la oportunidad de descubrir su enigmático interior. sigo atado a esta silla de forja y he dejado de moverme, luego de quince minutos de forzarme. mis muñecas sangran; las heridas me arden. he dejado de llorar por la frustración que toda esta experiencia me ha brindado, no obstante quiero explicarme a mi mismo la razón por la cual sigo aquí.
ii. he abierto los ojos en este cuarto blanco que me devora. siento su fuerza oprimiéndome el pecho y sofocando mi respiración. la boca seca mía pide agua, dr. pepper o gatorade, necesito calmar la mía sed. esos gemidos de placer retumban en mis oídos y tengo una erección que furiosa quiere penetrar. algo. cualquier cosa. es imperante saciar el ansia, jodería las cuencas de tus ojos si es preciso. ¡callen esos gemidos! ¡desaten este mecate! ¡quiero entrar a ese cuarto! ¡quiero abrir esa puerta!
iii. no hace falta que siga gritando. nadie me escucha. ¿o sí? sé que tú me ves. estás ahí, leyendo mis labios, entrando a mi cerebro. sabes que estoy aquí y no haces nada. en mi mente se forman ideas, creo poder ver a través de la blanca pared que nos divide, creo poder ver lo que hay detrás de la puerta. como en un flash, sucede una radiografía y en negativo parece estar un grupo adentro en éxtasis colectivo. otro flash y atrapo el rostro de una mujer, alguien toca su pelo y ella muerde a su vez la nuca de otra más. sus gemidos en aumento, en estéreo. gregariamente saboreo la delicia de esa entrega, estoy en clímax virtual, on line.
iv. el cuarto blanco resplandece en palpitaciones súbitas. tengo miedo. sufro. rompo en llanto. me quiebro en cachos y cada nuevo respiro, cada nuevo latido, cada nuevo estremecimiento me vuelve a la vida. me provoca renacer y produce en mí el horror de seguir viviendo. existir aquí. respirar en el cuarto blanco. atrapado, sentado y atado entre la blancura de esta alcoba, junto a la puerta. y esos jadeos que no cesan, se acrecientan rasgando mi desesperación, extinguiendo la esperanza al tiempo que mi excitación se fortalece. muevo mis manos y el ardor persiste, la sangre fluye por las llagas y se forma un charco rojo en el suelo, mientras un nuevo orgasmo nace tras la puerta.
v. mis ojos están rojos, hay carnosidad devorando poco a poco la sal de mis córneas. la silla de metal se pudre conforme el óxido ocre del tiempo avanza sobre ella, furioso. este cuarto blanco no me tranquiliza, lo siento vivo y en ocasiones las paredes parecen líquidas. y la puerta, conteniendo envidiosa un secreto que se niega a compartir conmigo. ¿por qué no he de poder ver su interior? ¿por qué tendré que conformarme con escuchar los jadeos, los gemidos? ¿por qué? yo no lo quiero.
vi. abro los ojos pero lo negro me impide rescatar imágenes. ¿habré muerto? escucho risas. más mujeres. “easy... easy...” escucho a una decir antes de explotar en un jadeo que me recorre la espina dorsal erizando mis vellos y mis bellas cejas negras y perfectas se elevan en arco mientras esos grandes ojos bajo estas se cierran en un momento crítico. críptico. explotaré. sucumbiré en un orgasmo por sensaciones que sólo escucho. nadie ha tocado mi cuerpo y yo estoy listo para dejarme ir. ¿lo hago?
vii. luego de la tempestad viene la calma y la sed y el hambre vuelven a atacarme. estoy exhausto. por fin hay silencio inundando las paredes lechosas que vuelven a adquirir vida. ondulan sensuales. ¿cuánto ha durado mi tormento? ¿soy acaso un maldito experimento? ya puedo ver. he recuperado la luz en mis ojos y continúo en el cuarto blanco; la puerta me contempla y sus remaches parecen observarme como 48 ojos lúgubres. me estudian. escrutan cada una de mis reacciones a sus estímulos. mis manos han dejado de sufrir y me doy cuenta que ya no estoy atado. me levanto de la silla con trabajo, buscando una salida y a mis espaldas un nuevo jadeo se deja escuchar. me enfrento a la puerta y ésta se abre para mí. el jadeo se multiplica y el volumen me estremece. el resplandor brillante del interior se desborda y ciega mis ojos al tiempo que el calor me estrecha. estoy listo. descifraré el enigma...
i. escuchando los jadeos carnales a través de esa puerta cerrada, ansió con gustosa impaciencia la oportunidad de descubrir su enigmático interior. sigo atado a esta silla de forja y he dejado de moverme, luego de quince minutos de forzarme. mis muñecas sangran; las heridas me arden. he dejado de llorar por la frustración que toda esta experiencia me ha brindado, no obstante quiero explicarme a mi mismo la razón por la cual sigo aquí.
ii. he abierto los ojos en este cuarto blanco que me devora. siento su fuerza oprimiéndome el pecho y sofocando mi respiración. la boca seca mía pide agua, dr. pepper o gatorade, necesito calmar la mía sed. esos gemidos de placer retumban en mis oídos y tengo una erección que furiosa quiere penetrar. algo. cualquier cosa. es imperante saciar el ansia, jodería las cuencas de tus ojos si es preciso. ¡callen esos gemidos! ¡desaten este mecate! ¡quiero entrar a ese cuarto! ¡quiero abrir esa puerta!
iii. no hace falta que siga gritando. nadie me escucha. ¿o sí? sé que tú me ves. estás ahí, leyendo mis labios, entrando a mi cerebro. sabes que estoy aquí y no haces nada. en mi mente se forman ideas, creo poder ver a través de la blanca pared que nos divide, creo poder ver lo que hay detrás de la puerta. como en un flash, sucede una radiografía y en negativo parece estar un grupo adentro en éxtasis colectivo. otro flash y atrapo el rostro de una mujer, alguien toca su pelo y ella muerde a su vez la nuca de otra más. sus gemidos en aumento, en estéreo. gregariamente saboreo la delicia de esa entrega, estoy en clímax virtual, on line.
iv. el cuarto blanco resplandece en palpitaciones súbitas. tengo miedo. sufro. rompo en llanto. me quiebro en cachos y cada nuevo respiro, cada nuevo latido, cada nuevo estremecimiento me vuelve a la vida. me provoca renacer y produce en mí el horror de seguir viviendo. existir aquí. respirar en el cuarto blanco. atrapado, sentado y atado entre la blancura de esta alcoba, junto a la puerta. y esos jadeos que no cesan, se acrecientan rasgando mi desesperación, extinguiendo la esperanza al tiempo que mi excitación se fortalece. muevo mis manos y el ardor persiste, la sangre fluye por las llagas y se forma un charco rojo en el suelo, mientras un nuevo orgasmo nace tras la puerta.
v. mis ojos están rojos, hay carnosidad devorando poco a poco la sal de mis córneas. la silla de metal se pudre conforme el óxido ocre del tiempo avanza sobre ella, furioso. este cuarto blanco no me tranquiliza, lo siento vivo y en ocasiones las paredes parecen líquidas. y la puerta, conteniendo envidiosa un secreto que se niega a compartir conmigo. ¿por qué no he de poder ver su interior? ¿por qué tendré que conformarme con escuchar los jadeos, los gemidos? ¿por qué? yo no lo quiero.
vi. abro los ojos pero lo negro me impide rescatar imágenes. ¿habré muerto? escucho risas. más mujeres. “easy... easy...” escucho a una decir antes de explotar en un jadeo que me recorre la espina dorsal erizando mis vellos y mis bellas cejas negras y perfectas se elevan en arco mientras esos grandes ojos bajo estas se cierran en un momento crítico. críptico. explotaré. sucumbiré en un orgasmo por sensaciones que sólo escucho. nadie ha tocado mi cuerpo y yo estoy listo para dejarme ir. ¿lo hago?
vii. luego de la tempestad viene la calma y la sed y el hambre vuelven a atacarme. estoy exhausto. por fin hay silencio inundando las paredes lechosas que vuelven a adquirir vida. ondulan sensuales. ¿cuánto ha durado mi tormento? ¿soy acaso un maldito experimento? ya puedo ver. he recuperado la luz en mis ojos y continúo en el cuarto blanco; la puerta me contempla y sus remaches parecen observarme como 48 ojos lúgubres. me estudian. escrutan cada una de mis reacciones a sus estímulos. mis manos han dejado de sufrir y me doy cuenta que ya no estoy atado. me levanto de la silla con trabajo, buscando una salida y a mis espaldas un nuevo jadeo se deja escuchar. me enfrento a la puerta y ésta se abre para mí. el jadeo se multiplica y el volumen me estremece. el resplandor brillante del interior se desborda y ciega mis ojos al tiempo que el calor me estrecha. estoy listo. descifraré el enigma...
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